Artículo Volumen 33, Nº 44, 2020

Reseña bibliográfica: «La estética del dolor social», de Máximo Quitral Rojas. (E-Book). Chile: RIL Editores, 2017. 70 p. ISBN: 978-956-9677-51-9

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Gonzalo Escobar

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Mientras termino de escribir esta breve reseña del libro de quien ha sido mi colega y amigo desde éramos estudiantes de pregrado, Máximo Quitral1, una serie de sucesos marcan el devenir histórico de la humanidad. Las últimas noticias provenientes desde Estados Unidos hablan de 75 ciudades en una abierta confrontación con el gobierno del presidente Donald Trump, tras el asesinato por parte de la policía de un joven afroamericano, lo cual pareciera ser parte del ciclo de levantamientos populares frente a la hegemonía de la Economía social de mercado en el continente, inaugurada por la revuelta ecuatoriana en 2019 y seguida por el fuerte estallido social de octubre del mismo año en Chile.

El impacto de la recesión de la economía mundial, agudizado por el marco pandémico, ha dado paso a la emergencia de fuertes movimientos contrahegemónicos en el continente. Es importante destacar que frente a las teorías mediatizadas, que materializan la estrategia discursiva de las oligarquías, dichos movimientos se caracterizan, indudablemente, por su esencia espontánea, inorgánica, heterogénea y en muchos casos transversal. Básicamente se trata de un ciclo de levantamientos populares engendrados en un cúmulo de condiciones, no solo originadas en la médula de la explotación neocapitalista, sino en una evidente descomposición institucional que caracteriza a los sistemas políticos latinoamericanos.

Tras leer la obra del profesor Quitral no pude evitar evocar la frase que inmortalizó la concepción leninista respecto de los procesos de transformación política: “hay décadas en las que no pasará nada y hay semanas donde pasan décadas”. La reflexión del profesor Quitral precisamente apunta a este asunto, pues logra dar cuenta de la complejidad y del entramado de fenómenos subyacentes a las dinámicas de funcionamiento de la economía chilena y su muldimensionalidad. En 2009 el profesor Quitral comenzó a dar cuenta de los componentes que concluirán por condensarse en la coyuntura política más importante de la historia democrática nacional.

No solo, como ya esbozaba, se trata de realizar una revisión de las dinámicas capital-trabajo en el marco del neoliberalismo, más bien se trata de ir a la evidencia de las transformaciones profundas que se gestaron en la sociedad chilena, privatizando no solo los bienes sino que mercatilizando la cultura, socavando así las bases de una emulada y falseada comunidad nacional. Las conmemoraciones bicentenarias escondían debajo de la alfombra las contracciones del sistema y en paralelo el espejismo del consumo subsumía a gran parte del proletariado en una falsa conciencia que permitía la reproducción del engranaje y su descomposición, haciendo de ella su esencia. La identidad emanada de una sociedad de consumo relegó a último plano los aspectos medulares de lo propiamente humano. La indignificación sostenida y el endeudamiento son solo aspectos superficiales de un diseño de sociedad que terminó por naturalizar a la corrupción, la despolitización, la ilegalidad laboral, el cohecho, la pedofilia, la descomposición de las instituciones de orden y seguridad, la feudalización de la política, el fortalecimiento del narcotráfico, la marginalidad y la segregación, etc. En definitiva se fue configurando una sociedad donde el texto y la legalidad se adaptaron a los grupos, principalmente oligárquicos que, profundamente corrompidos, marcaron las pautas y los ritmos institucionales a tal punto que la autoexplotación y el delito, dependiendo del rol o lugar que ocupan los sujetos, se convierten en la única alternativa a la indignificación sistemática y natural.

De forma paralela, hay que mencionar que el profesor Quitral realiza una excelente síntesis de las raíces históricas que, a escala continental, han trazado el rol de estos estados dentro de la división internacional del trabajo. La asimetría a escala global, conveniente a las elites, se ha visto potenciada en el marco de una estrategia de nivel regional sustentada en “una falsificación de la realidad que es altamente corrosiva y perniciosa para las sensibles democracias sudamericanas […]”, afirma el profesor.

Dicho de otra forma, la estructuración del modelo de dependencia se ha sostenido más de tres décadas en un discurso exitista basado en las cifras macroeconómicas que ocultan una realidad que inevitablemente explotaría en la cara de las elites. Mientras el bicentenario era pomposamente conmemorado, los barrios pobres centroamericanos eran caldo de cultivo del crimen organizado circunscrito en condiciones de sobrevivencia propia de los países más pobres de África. Así fue como un primer síntoma de la crisis democrática sería, junto al Muro (México-EE.UU. barried) y sus motivaciones, el éxodo de población desde El Salvador y Honduras, paradójicamente, hacia EE. UU. No olvidemos tampoco la historia de Haití.

En este contexto, afirma el autor, es que se erige la metáfora de la estética del dolor social, que no se trata de otra cosa que la deshumanización de los sujetos. Creo que la idea subyacente en esta reflexión tiene una estrecha relación con la concepción de alienación. Considero que el profesor Quitral, sin entramparse en complejos debates filosóficos, logra evidenciar los mecanismos invisibles que han operado en la reproducción de la estética del dolor social latinoamericana. Al respecto Marx escribía en la Sagrada Familia: “Los enemigos del progreso fuera de la masa no son sino los productos dotados de vida propia, autonomizados, del autoenvilecimiento, de la autorrecusación, de la autoenajenación [Selbstentäußerung] de la masa. La masa, por consiguiente, se alza contra sus propias carencias cuando se alza contra los productos, autónomamente existentes, de su autoenvilecimiento(Candioti, 2017). Finalmente, cuando se rompe el fetichismo de la mercancía se fractura la autofalseada estabilidad.

Por último, considero que el profesor Quitral realiza una reflexión que, si bien puede  parecer lógica y simple, respecto de la historia de la Independencia nacional y sus conmemoraciones (recordando las reflexiones de Recabarren en 1910), rebela una cuestión que me parece esencial y que debería ser parte del debate de la izquierda chilena, cada vez más influenciada por teorías fraccionarias, identitarias y posmodernas, siendo más bien funcionales, no respondiendo, así, a su autodeclarado sentido trasformador. Ensimismadas en sus velos autoidentitarios y falseamientos históricos mitológicos, no logran hacer análisis políticos de carácter estratégico y con verdadera voluntad de poder.

Quizás esto se encuentra relacionado con el hecho de que, en palabras de Quitral, “existe un total desconocimiento de gran parte del ciudadano chileno del real sentido que tuvo aquella fecha, pues uno de los puntos centrales, como fue la gesta independentista, prácticamente no se revaloriza y se minimiza para dar crédito y protagonismo a un Estado desconectado de la sociedad y los sectores populares” (Quitral, 2017). Las concepciones patrióticas, no solo chilenas, sino latinoamericanas, han quedado subsumidas en un manto de festividad vacía y de una retórica en sintonía con la farándula criolla, por un lado. Y extirpadas en un mar de confusión ideológica, por otro, considerándosele más bien propio de una tradición de un mal entendido fascismo.

Así, el impacto de su última derrota ha convertido, a gran parte de la izquierda, en organizaciones miopes e infantiles (en el sentido leninista del concepto), sobre todo aquellas que han erigido las banderas identitarias como el motor de las dinámicas de organización política, excluyendo categorías de análisis de carácter histórico ineludibles en un debate político con perspectiva estratégica. Me refiero a la importancia del rescate la concepción soberanista y antimperialista. Las independencias latinoamericanas no solo podemos analizarlas dentro del marco de la homologación con las revoluciones liberales del siglo XIX, sino que debe evaluarse en perspectiva táctico-estratégico, tal cual como alguna vez se repensó el asunto de la luchas anticolonialistas africanas o los independentismos vasco e irlandés.

Las luchas intestinas de las oligarquías latinoamericanas durante el siglo XIX fueron progresivamente abriendo un marco de acción política a otro tipo de actores que, enarbolando banderas liberales –a falta de teoría proletaria y de proletariado–, daban cuenta de la emergencia de un proyecto emancipador, que en el caso de Chile se expresó con mayor fuerza en las Guerras Civiles de 1851 y 1891. Se me hace inevitable dejar abierto el debate, gracias a las reflexiones del profesor Quitral, del rol de las Fuerzas Armadas y de Orden en la historia de las luchas emancipatorias populares en Chile y en el continente. Creo que el último capítulo de la historia (dictadura de Pinochet) no puede ser la médula de un análisis político con real viabilidad táctica. Asimismo, y en torno a la idea del soberanismo y el autoreconocimiento identitario, es importante dar un vistazo a los fenómenos neocolonialistas que se empiezan a presentarse en el marco de una evidente crisis ecológica regional. Los invito a reflexionar en torno cuestiones soberanistas, fuera del discurso visceral izquierdista, tales como la soberanía antártica y la propiedad de la Patagonia.

Para finalizar quisiera decir que la obra del profesor Quitral se enmarca dentro de un contexto político, en el cual las miradas amplias de los fenómenos resultan cruciales para trazar las bases de un proyecto político en vista del devenir continental. Es importante realizar una lectura profunda respecto del conjunto de fenómenos y paradojas a las cuales el profesor se refiere.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Candioti, M. (2017). Karl Marx y la teoría materialista-práctica de la enajenación del sujeto humano colectivo. Una propuesta para su reconstrucción. Izquierdas, 32, 107-131. Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/pdf/izquierdas/n32/0718-5049-izquierdas-32-00107.pdf

Marín-Naritelli, F. (29 julio 2019). Los ensayos de “La estética del dolor social”, de Máximo Quitral: En contra del hedonismo neoliberal. Cine y Literatura. Recuperado de: https://www.cineyliteratura.cl/los-ensayos-de-la-estetica-del-dolor-social-de-maximo-quitral-en-contra-del-hedonismo-neoliberal/

 

 

  1. El autor del libro, Máximo Quitral, es académico de la Escuela de Comercio Internacional UTEM, historiador y magíster en estudios internacionales. Director del Instituto de Política Latinoamericana, Ipolat. Investigador Asociado del Instituto de Investigaciones Socio Económicas, II-SEC, Bolivia. Algunas de sus obras más relevantes son: Pensar la democracia en Bolivia (2016), América Latina y los movimientos estudiantiles: el caso chileno (2015).Los desafíos de una agenda bilateral: Chile y Bolivia, Entre Las Diferencias Políticas Y Los Acercamientos Económicos 1970-1990 (2012).