El siguiente texto corresponde a una clase magistral ofrecida por Manuel Peña Muñoz en Santiago de Chile, el 26 de junio de 2024. Convocó la Escuela de Bibliotecología UTEM, en colaboración con la Organización Internacional para el Libro Infantil y Juvenil (IBBY) y la Vicerrectoría de Transferencia Tecnológica y Extensión de la Universidad Tecnológica Metropolitana. Recuperado de: https://vtte.utem.cl/actividades/homenaje-al-profesor-hector-hidalgo-una-vida-entre-libros-clase-magistral-de-manuel-pena-munoz/.
Buenos días. Estoy muy agradecido de que me hayan invitado a participar en este homenaje para recordar a nuestro querido amigo Héctor Hidalgo, con quien tuvimos una larga amistad, que duró más de 30 años, unidos siempre en el mundo de los libros, que él amaba como bibliotecario, editor y escritor1. Héctor estuvo siempre rodeado de libros en sus distintos trabajos, tanto en bibliotecas, editoriales y universidades como enseñando la literatura infantil a sus estudiantes. También lo rodeaban los libros en su casa. Los tenía en estanterías y en su escritorio. Siempre los revisaba. Se quedaba largo tiempo leyendo o copiando una cita que le llamaba la atención.
Conocí a Héctor en la Scuola Italiana, donde era bibliotecario. Allí me mostraba las colecciones de libros. Me hizo descubrir a los autores italianos, en especial a Gianni Rodari, quien fue uno de sus referentes literarios. Había leído la Gramática de la Fantasía, de la que apreciaba la originalidad y la libertad creativa. Amaba la cultura italiana, por algo uno de sus libros se tituló Los gatos de Venecia, uno de cuyos cuentos se centra en unos gatos que emprenden una singular cruzada para descontaminar la ciudad de los canales. Con este libro, Héctor obtuvo el Premio de Literatura Infantil del Consejo Nacional del Libro y la Lectura en 1994. En sus páginas muestra su preocupación por el medio ambiente, que fue uno de los temas que abordó siempre en sus libros. Y esto porque Héctor fue un hombre muy conectado con la naturaleza. Aunque hizo su vida y carrera en Santiago, siempre tuvo una conexión espiritual con su San Fernando natal. Era un hombre de provincia trasplantado a Santiago; por eso, en la última etapa de su vida, cuando vivía en el Cajón del Maipo, se sentía feliz en ese entorno natural contemplando las montañas, sus árboles y sus plantas. También le interesaban las aves, que seguramente contemplaba cuando era niño, en el campo. En sus libros siguen volando. Allí están en La Pajarera de Samuel Encino2, uno de sus libros inspirados en pájaros chilenos, con bellas ilustraciones de Francisco Ramos.
El libro relata la historia de un arquitecto que durante toda su vida profesional dejó, en cada casa que construyó, una pajarera en recuerdo de su infancia, época en que formaba parte de un grupo de niños que protegía a los pájaros desvalidos. Samuel Encino es un bondadoso personaje que termina construyendo la pajarera más grande y fantástica del mundo en la precordillera de los Andes y, una vez terminada su labor, que forma parte de sus sueños más queridos, llama a los pájaros chilenos, los que acuden para establecer una convivencia en aquel apacible espacio.
Este libro se complementa con treinta y tres fichas sobre las principales aves chilenas, todas las que participan en el relato con la descripción de cada una de ellas, con información sobre su hábitat y necesidades de protección. También son importantes las ilustraciones realistas, a todo color, de los pájaros chilenos, lo que constituye un aporte al conocimiento de las aves en Chile.
Otro de sus libros relacionados con la defensa de la naturaleza es Los derechos de los animales (2007). Este libro contiene una colección de cuentos que estimulan en los niños el compromiso y la solidaridad hacia los animales, junto con intentar atraer conciencia para su protección y cuidado. En el primer cuento habla de las toninas del sur de Chile. En sus primeras líneas dice:
Las toninas saltaban traviesas sobre el lomo del mar encrespado del canal de Chacao y la espuma de las aguas en movimiento acariciaba su piel lisa y brillante, creándose así la sensación de que estaban hechas de una goma fría y compacta. Se veían muy elegantes con su traje oscuro y con toques pardos en la parte ventral. Eran cinco toninas nadando en columna y saltando al mismísimo tiempo, como si estuvieran representando un número acrobático para una exhibición en un acuario. Las toninas tomaban todo el aire que les permitían sus pulmones ya adaptados al agua para luego zambullirse por una larga e increíble hora.
Aquí están los cuentos de Morgan, el perro callejero, La bruja de los cien gatos, Rebelión en el zoológico, El pavo Jacinto, Llegó el circo. Cada uno de los cuentos se ajusta a uno de los derechos de los animales.
Héctor nos dice:
En mis libros conviven los animales que hacen defensa de la naturaleza y que son buenos amigos de las personas, los árboles que hablan y despliegan una gran generosidad, las mujeres que se estiran mágicamente, los hombres que cuidan de los pájaros o los que se sumergen en la espesura de los bosques del sur y se transforman en elementos de la naturaleza; también hay mineros soñadores que persiguen pájaros fabulosos en la noche limpia del desierto nortino, o los personajes de la literatura que reclaman porque ya no los lee nadie y así no viven, y tantos otros que me acompañan y que también lo hacen con los niños y los jóvenes.
En su libro El Pino de la Colina rinde también un homenaje a la naturaleza, que todo lo da con la mayor generosidad, sin esperar nada a cambio. El pino va entregándolo todo hasta quedarse sin nada, pero la semilla vuelve a nacer y crece un nuevo pino. El cuento refleja el amor de la naturaleza, representado en ese pino que entrega sus ganchos a todo aquel que argumente para pedírselos, aun enfrentando el peligro de desaparecer. Pero la naturaleza es sabia, sabe perdurar y regresar en sus ciclos eternos. Héctor era un sabio observador de la naturaleza. Manejaba los nombres de los árboles, las plantas y los animales. En este libro refleja su admiración por el paisaje:
Entre los boldos, los maquis y el pasto seco, cómo se destacaba la esbelta figura del pino de la colina. Habiendo tantos árboles en las cercanías, tantos matorrales que suavizaban aún más las ondulaciones de la colina, el pino siempre se distinguía por su espigada presencia. Es que era el único pino existente en aquel lugar. Cuando la brisa mecía sus ramas, un refrescante olor recordaba los poblados pinares de la montaña.
Los libros de Héctor cubren temas de amplio espectro, desde la preocupación por los temas ambientalistas, el respeto por la naturaleza, la recuperación de los grandes sueños y fantasías de los niños, a la nostalgia y los personajes de las tradiciones, entre otros tópicos.
El autor nos dice: Pienso que tengo un gran compromiso con mis historias y también con los lectores. Ha nacido entre nosotros la complicidad que otorga la lectura. Mis libros recorren el país y también se asoman a lugares más lejanos; ellos se han convertido en viajeros entusiastas que permanentemente invitan a recorrer espacios.
En Cuentos mágicos del sur del mundo (1994) se reúnen tres relatos: El Enanífero, El Resplandor del Horizonte y El Hombre de los Cuatro Vientos. Estos cuentos rescatan el sentido mágico de la literatura, en la recuperación de espacios y temas propios de nuestro país. El Enanífero es la historia de un pintor que regresa a Chile después de una larga temporada en Venezuela. Quiere volver a pintar nuestra naturaleza, pero la fuerte influencia y el colorido del trópico le acarrean numerosos problemas creativos. A través de conversaciones telefónicas con un niño, va recuperando los espacios nacionales y el niño va configurando su mundo mágico, fantasioso y profundo sentido de la vida.
Los otros dos cuentos, escritos con la estructura de los mitos, se desenvuelven en los espacios naturales de nuestra tierra, apuntando al tema de la creación y la sabiduría de los pueblos del sur en la defensa de su entorno natural. La fantasía y la realidad se integran creando una atmósfera que llama a la reflexión y al interés por los valores de la naturaleza.
Su libro El piano de Neruda y otros cuentos (1995) contiene diversos relatos: El piano de Neruda, Una estrella fugaz, Pedro y el cóndor, El Alicanto, el pájaro dorado del desierto, y El cumpleaños de Agustín. De entre ellos sobresale el primero que da título al libro, en el que recrea la infancia de Neruda, especialmente en el momento en que escuchaba caer la lluvia en el tejado de su casa. Las gotas iban tocando su piano musical que nunca olvidaría. En Pedro y el cóndor, recrea la historia de Picacho, el cóndor domesticado por Pedro Morel, retrata al hombre amante de las aves, cuida al cóndor desde pequeño y lo enseña a volar. El Alicanto se inspira en la leyenda nortina, según la cual aparece un pájaro de plumaje dorado que guía a los buscadores de oro a la mina, pero también desorienta a los que buscan el oro con codicia.
En España publicó el libro Piratas del Internet (2001), en la editorial Sarriá. Estas memorias del capitán Barbalisa mezcla la fantasía y la realidad con la conjunción de piratas fantasmas que reclaman porque usurpan sus nombres otros piratas de esta época.
Luego viene el libro Los relojes de Ismael Cárdenas (2007), que comprende cuatro cuentos: Los relojes de Ismael Cárdenas, Casi Casi, Los zapatos mágicos y La luz que viene del mar. Son relatos donde la fantasía y la realidad se mezclan y tratan de generar el asombro y el reconocimiento de las condiciones humanas en los lectores. Su obra es muy variada en los géneros literarios. Ahí está Receta para espantar la tristeza (1998), que contiene poemas y cuenti-versos. También publicó Un diálogo pendiente: cuentos ambientalistas (1998).
Contiene este volumen seis hermosos relatos: Aromos en flor, El día que nació el mundo, Palomas, Paisajes, El muro y Atrapasueños. En todos ellos existe un conocimiento profundo de la naturaleza. En Palomas leemos:
Jamás olvidaré la visión de aquel bello y conmovedor viaje. Las grandes extensiones de verde oscuro de los pinares se combinaban con el dorado cimbreante de los trigales maduros; y arriba el cielo azul profundo, y a la distancia el mar ronroneante, esmeraldino, ensayando pasos, restregando los pies antes de invitar a recorrer el mundo sobre el regazo de las olas.
En el diario El Austral de Valdivia, el autor expresó:
La escritura no debe ser un artificio retórico, sino un trasunto del ser, de la identidad de la persona que está escribiendo. Yo podría escribir piezas literarias complejas, pero no lo hago porque para mí la escritura es un mundo personal, una visión basada en la palabra. La literatura es un arte donde los contenidos son secundarios, no así las formas.
Como coautor y compilador, publicó Chile en cuentos. Antología del cuento infantil (2001). En este libro incluye su cuento La colina de las mariposas, ambientado en San Alfonso, en la precordillera de la Región Metropolitana. Dice el autor:
A una treintena de kilómetros de Santiago, cordillera adentro, está ubicado el villorrio de San Alfonso, que es uno de los pequeños pueblos del Cajón del Maipo. Bordeando el camino ruge el río que corre en loca carrera hacia el Valle Central y en la campiña empinada colorean alegres los damascales, los cerezos abundan por el camino y los viñedos bajan desde los cerros para beber sedientos el agua del río. Los arrieros saben que no hay cielos más bellos que los de la alta montaña, especialmente en las noches de verano, cuando las estrellas parece que toparan las cimas de los cerros de lo cerca que se ven; es que allí los cielos nocturnos son tan transparentes que el universo parece un puñado de piedras preciosas ensortijando una abundante cabellera.
Luego vienen El ovillo de lana (2002). Le sigue Calatayud (2002), un cuento sobre un mago que desarrolla sus cualidades y trucos en la vida cotidiana. Una historia llena de valores familiares donde un niño descubre que la verdadera magia surge del interior de cada uno, de la relación que se tiene con la vida y los demás. Le sigue La laguna de los coipos (2003), ambientado en Las Sierras de Bellavista, en la laguna de la sierra, La Misurina. La novela relata el gran incendio forestal acontecido en enero de 1999 en las Sierras de Bellavista y en San Fernando. En una novela que trata nuevamente el tema del respeto por la naturaleza y los animales. Es un llamado a conciencia de los incendios forestales, pues su literatura se centra en el cuidado y protección de bosques y seres vivos.
Gran parte de los libros de Héctor han sido seleccionados por el Consejo Nacional del Libro como adquisiciones para bibliotecas públicas del país. Y también forman parte de las bibliotecas de aula del Ministerio de Educación. Su obra mereció diferentes premios, entre ellos la Medalla Colibrí IBBY Chile, mención rescate editorial, por su libro Del origen de los mitos en Chile (2018), texto escrito y recopilado por Julio Vicuña Cifuentes y rescatado por Héctor Hidalgo en LOM Ediciones en la línea de la recuperación de la tradición oral chilena.
Interesado en el teatro infantil, escribió La reunión de las vocales (1992), una sencilla pieza teatral para ser representada por niños. En La Mujer de Goma (1993), narra las peripecias de una mujer del circo que se estira hasta adquirir formas caprichosas. En el relato, el autor mezcla la realidad con la fantasía, prevaleciendo la solidaridad y la amistad. Este cuento ha sido seleccionado por el Consejo Nacional de Televisión para ser adaptado a cuento de animación digital a través de la productora Merkén (2020) en la serie Cuéntame otro cuento (2019).
Su labor como profesor universitario fue encomiable también, pues formó a sus estudiantes en la literatura infantil y en el amor hacia los libros físicos. Una de las tesis que dirigió fue precisamente en torno a la editorial Rapa Nui, que fue la primera editorial chilena de literatura infantil. Le interesaba esta editorial por la novedad que presentaba en la forma de editar libros infantiles en Chile en esa época, 1946, cuando no había todavía, como hoy, libros de tapas duras con portadas a todo color de ilustradores de alta calidad. Héctor llevaba estos libros a sus clases para que sus estudiantes conocieran la historia de las ediciones de libros infantiles en Chile y también apreciaran sus ilustraciones y sus contenidos literarios. Por eso no era raro encontrar a Héctor todos los domingos en el mercado de antigüedades de Franklin a la caza de algún libro curioso. Tenía un ojo muy agudo para encontrar rarezas bibliográficas. Allí encontraba libros de la editorial Rapa Nui, que iba coleccionando. Y también era ocasión para conversar con amigos escritores, quienes andaban, como él, buscando curiosidades para sus respectivas bibliotecas personales.
Otro de sus rasgos era la lectura de poesía, especialmente de Fernando Pessoa. En su viaje a Europa regresó enamorado de Lisboa y de la magia que desprendía la ciudad. Recorrió sus calles, paseó por Alfama, escuchó fados y regresó maravillado con lo que vio, porque era un poeta en su visión de mundo. Viajar, para él, era parte de su formación intelectual y cultural.
Personalmente tengo que agradecerle sus sugerencias en la escritura de mis libros, porque tenía un gran conocimiento de teoría literaria. Sus opiniones como editor fueron muy valiosas en el proceso de escritura de varios de mis libros que, sin duda, mejoraron con sus generosas y valiosas observaciones y siempre le estaré agradecido. Nos reunimos en muchas oportunidades en las editoriales donde trabajó, especialmente en editorial Arrayán, donde proyectamos muchos libros infantiles y conversábamos de autores y títulos. Tenía un gran conocimiento de la literatura universal. También fue uno de los presentadores de mis libros. Compartimos muchas mesas literarias, estuvimos juntos en muchas ferias del libro en diferentes ciudades de Chile, siempre participando en instancias literarias y en visitas a colegios, conversando con los estudiantes y compartiendo con ellos nuestras experiencias literarias, animándolos a la escritura y lectura.
Otro de sus rasgos fue su participación en IBBY Chile , la Sección Chilena de la Organización Internacional para el Libro Infantil y Juvenil. Héctor asistió a las reuniones que se realizaban en la sede de la editorial Andrés Bello compartiendo con los autores y autoras que asistían en esa época, entre ellos con Ana María Güiraldes, María Eugenia Coeymans, Saúl Schlolnik, Víctor Carvajal y otros compañeros en la ruta de los libros de cuentos.
Héctor Hidalgo fue un incansable promotor de los libros, tanto en medios universitarios como en colegios, donde permanentemente realizó encuentros con niños y jóvenes. Una vida entera dedicada a la literatura y la promoción de la lectura. Me alegro de que la Escuela de Bibliotecología de la Universidad Tecnológica Metropolitana haya organizado este homenaje para un escritor, editor, bibliotecario y formador de jóvenes profesionales universitarios, creador y humanista integral. Su recuerdo permanecerá entre nosotros.
Un saludo especial a su familia, a sus hijos, a su pareja, Alicia Fredes, bibliotecaria del Centro Cultural de España, quien estuvo con él, cuidándolo, hasta último momento, protegiéndolo y acompañándolo; y a su gran amigo, Guillermo Toro, con quien compartió muchos momentos de vida profesional en torno a los libros. Héctor nos ha dejado, pero se queda con nosotros en sus obras literarias y en nuestro recuerdo. Estará siempre con nosotros. Estoy muy feliz de que la Escuela de Bibliotecología de la Universidad Tecnológica Metropolitana haya organizado este homenaje para recordarlo.