Artículo Volumen 32, Nº 43, 2020

Discurso de Diamela Eltit, pronunciado con ocasión de la entrega del Premio Nacional de Literatura 2018

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Diamela Eltit González

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Miércoles 19 de diciembre de 2018, Patio de los Cañones, Palacio de La Moneda, Santiago de Chile

Buenos días. Quiero saludar, por supuesto, a las autoridades presentes y recordar a las personas que permiten que hoy yo esté aquí, que son mi madre y mi abuela. Ellas no están aquí, pero están en mí. Viven en el interior de mi cuerpo y, afortunadamente, me hablan todos los días.

Quisiera señalar que la vida cultural, en mi caso, partió en lo que llamamos inxilio. Vivimos en el interior de una de las épocas más dolorosas, más dramáticas e imperdonables de la historia del Siglo XX, como fue la larga historia de la dictadura. Particularmente, pienso incluso que esa dictadura se extendió porque el dictador quedó al mando del ejército y como Senador de la República.

Nosotros, en ese interior, formamos cultura. Trabajé, trabajamos muchas personas. Hay algunas aquí que me acompañan en lo que podría llamar resistencia, desde el punto de vista, obviamente, cultural. Entonces mi saludo a esas personas. Muchas de ellas no están hoy, pero siguen vivas en nuestra memoria.

Por otra parte, tengo que señalar que, precisamente por la importancia en mi vida de mi madre y de mi abuela, mi compromiso en especial es con las mujeres y su terrible historia de desigualdad. Desigualdad en todos y cada uno de los ámbitos de la vida. Especialmente hoy, me pregunto cuándo y cómo se va a concretar la paridad salarial, pensando que las mujeres por el mismo trabajo ganamos menos que los hombres.

Comolo he dicho en otras oportunidades, que se nos pague menos significa socialmente que valemos menos porque, si no, no se nos podría pagar menos. Seguiré trabajando incansablemente por las mujeres. Las escritoras chilenas están haciendo un trabajo fundamental. Hoy hay varias de ellas aquí y muchas de ellas no están, pero han sido espectaculares en su presencia e inserción, no solo en las grandes problemáticas literarias, sino también en el entender que la letra es social.

También quiero pensar acá que yo provengo de una familia migrante de palestinos y, por lo tanto, siempre saludaré con mucha emoción a cualquiera que llegue a Chile pensando precisamente que mis familiares llegaron, se abrieron camino, fundaron familias, generaron cultura, entre otras actividades.

Mi familia es de origen palestino, entonces recibo este premio entendiendo que va más allá de mí misma. Es un premio que, de alguna manera, reconoce a estas literaturas más periféricas que son las que yo, con mucho orgullo, he seguido. Nunca he pretendido otro lugar que el que tengo. Estoy muy contenta. Es, sobre todo, el contacto con los otros lo que me importa.

Seguiré pensando de manera absorta en la desigualdad que hoy nos rige. En las personas que viven en las afueras, en las familias vulnerables, sus dramas, en el endeudamiento, en una sociedad que hoy vuelve muy parecidos el sujeto y el objeto.

Seguiré abogando por esas igualdades sociales porque para mí, sinceramente, todos y cada uno de nosotros valemos lo mismo. Pero eso tiene que representarse en el aparato social.

Sé que el mundo literario está en esa línea de pensamiento. Seguiré escribiendo mis libros de manera absorta, de la misma manera en que lo he hecho todo este tiempo, teniendo muy presente el sistema literario para rehacer aquello que necesitamos tener: una comunidad literaria importante porque, más allá de las diferencias individuales, finalmente podemos pensar distinto, pero encontrarnos en torno a puntos básicos.

Agradezco a mi familia, que ha sido muy acompañadora. Al rector de la UTEM, que me acogió durante 30 años y me permitió escribir. También al Rector de la Universidad Católica, donde hice mi pregrado. Le contaba que fue interesante porque viví la época de la Reforma de la Católica y después pasé a la Universidad de Chile. Está también aquí el vicerrector.

Por supuesto, seguiré abogando para deshacer cualquier hito, evento que problematice o expulse o reniegue o ataque la diversidad sexual porque eso no corresponde. Nuestros niños tendrán su identidad social y tienen todo el derecho de usarla como ellos lo estimen conveniente.

Nosotros estamos para apoyar, no para destruir a nuestros hijos.

Muchas gracias.